El hombre apartaba las ojeras de sus cuerdas vocales
sincerizando las maneras de montar
cuesta abajo las lujurias
los formatos fueron crispados
como dos huevos estrellados en la pared
los oboes lamieron la sal
la lamieron
la dejaron escurrir entre sus papilas
gustosas de Dios
la serpiente la víbora
y tocate el huevo/la teta izquierdo/a
si querés
el colapso es inevitable
las ronchas infranqueables
el azúcar tan lejano ahora.
martes, 30 de junio de 2009
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