domingo, 2 de agosto de 2009

Recuerdo cuando todo estaba de maravillas,
cuando no había futuros imposibles,
y ahora aquí me ves,
intentando ser,
remediando valores, cimentando glorias inexistentes,
truncando sueños,
y quiero saber dónde quedó todo eso
que nos hacía libres.
Miro tu boca que habla sin escuchar,
siento que ya no eres tú,
y yo tampoco soy quien fui,
ni mucho menos soy quien quise ser,
y esto me deprime.
Pero ¿Tú también estás deprimida?
¿O simplemente ni te importo?
Quiero todas las sensaciones menos ésta.
El pecho me oprime los pulmones,
la fragilidad de mi espíritu es la de una brisa otoñal,
y tu boca sigue encendida,
y me recorre pero no en la zona que lo necesito,
y puedo pedir que dejes de hacerlo
¿Puedo pedir que dejes de hacerlo?
No; no quiero, debo dejar que esto pase,
Y que pase todo, incluso la vida.
Quiero sentir todas las sensaciones que un hombre puede sentir.
Quiero sentir todas las sensaciones menos ésta.
Y tu boca sigue encendida,
y te digo cosas al oído,
pero nada me llena.
Y lo que digo no te sirve,
ni a mi tampoco.
Así que creo que llegó el momento de la despedida,
debo irme en busca de lo que perdí,
por esperarte en paradas vacías,
por esperarte en esa gran taza llena de melancolía y tres de azúcar.
Se que no te importa, y que no me tomas en serio
y piensas que voy a volver,
porque eso es lo que la humanidad te hizo creer:
los hombres siempre vuelven.

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